Mecila

#7

Global Convivial Forum 

¿‘Distancia de rescate’ en tiempos de distanciamiento social? Sobre la novela de Samantha Schweblin (2014)

Samantha Schweblin combina acontecimientos inusuales con las realidades del desastre ambiental. De esta manera su texto se convierte en una lectura oscilante entre lo fantástico y lo real.


Susanne Klengel
(Mecila/FU Berlin)

I – Hilando una narración apocalíptica

En tiempos de distanciamiento social, la aclamada novela Distancia de rescate (2014) de Samantha Schweblin,[1] escritora argentina residente en Berlín, suscita un nuevo y actualizado interés por su enigmático título. Hemos aprendido lo que significa el distanciamiento social, la distancia por seguridad, pero ¿cuál es el significado de la ‘distancia de rescate’? Estos tres conceptos remiten a relaciones entre personas en situaciones de posible amenaza (contra la vida), pero la idea de ‘distancia’ es interpretada de manera diferenciada: en los dos primeros casos, la muy escasa distancia resulta riesgosa porque aumenta la posibilidad de una contaminación patógena; en la obra de Samantha Schweblin, no obstante, la cuestión clave es la propia naturaleza de la distancia al ofrecer protección ante un peligro inminente.

En la novela se despliega, con un trasfondo siniestro y realista, el escenario de una progresiva catástrofe ambiental causada por el uso excesivo de fertilizantes o pesticidas en los campos de soja argentinos. Este desastre se convierte en el silencioso desencadenante de un complicado drama familiar que se desarrolla en un pequeño centro vacacional en la zona rural. Se entrelazan o entrecruzan las vidas de dos madres con una hija y un hijo pequeña/o. Ciertos acontecimientos extraños, como una presunta trasmigración de almas entre la niña y el niño, trastornarán las relaciones entre ambas familias.

La narración se presenta como una búsqueda: David, hijo de Carla, sostiene un diálogo casi obstinado con Amanda, madre de Nina, quien se encuentra agonizando por envenenamiento en un hospital. David insiste en que Amanda le explique su extraña sensación de alienación interior. El diálogo –quizás tan sólo un sueño febril de Amanda, al que el público lector es transportado desde el comienzo de la novela– se nota forzado por la inexorable finitud del tiempo de vida de la moribunda. 

Llama la atención de que la ‘distancia de rescate’ se describa repetidamente como el ‘hilo’ que une a la madre con su hijo o hija. Este hilo se afloja o se estira, “varía con las circunstancias” (p. 37) y, a veces, “está tan corto que apenas puedo moverme”, dice Amanda (p. 57). Su extensión es el termómetro emocional de la relación familiar, al menos desde la perspectiva de la madre angustiada. Asimismo, la naturaleza incondicional de este lazo (hilo semejante al ‘cordón umbilical’) es el problema: ¿qué pasa si el hilo se rompe por alguna razón? ¿Habrá que anudarlo a cualquier precio? ¿Será esto posible?

De hecho, la ruptura se torna inminente tras el contacto con el tóxico. Pero no se corta el hilo vital de inmediato, lo que llevaría a la muerte de las y los protagonistas y con eso, a un precipitado final de la novela. Al contrario, el lento avance de la rotura es lo que pone en marcha la narración: por vías laberínticas se persiguen los cabos sueltos de varios hilos vitales para reajustarlos (y para sanar el accidente), mientras que se entrelazan los hilos narrativos para tejer la novela.

El niño David, primera víctima emblemática del desastre ambiental, es también el gran entretejedor en esta historia siniestra. Obsesivo y desesperado busca las conexiones perdidas y olvidadas, puesto que su alma se ha perdido tras el accidente con el tóxico y su milagrosa y violenta curación. De esta forma, se mencionan otros hilos de sisal al final de la novela con los que David trata de enlazar fotos antiguas y otros objetos. Paulatinamente y a lo largo de su diálogo con Amanda, se hace evidente que el hilo que la une con su hija Nina se suspenderá en breve. Surge la sospecha de que en el fondo de la narración ocurre un cambio de almas e identidades que será nefasto, puesto que la transmutación ha sido definitiva.

Samantha Schweblin combina aquellos acontecimientos inusuales con las realidades del desastre ambiental en las plantaciones de soja. De esta manera su texto se convierte en una lectura oscilante entre lo fantástico y lo real. El tóxico se filtra poco a poco en los destinos de sus protagonistas, amenazándolas/los con cortarles sus hilos vitales. Ni siquiera el hilo materno más estrecho entre Amanda y Nina puede ofrecer protección contra el desastre. Mientras tanto, la propia narración se opone al veneno mortal y sigue hilando su tejido textual. Sugiere incluso una alternativa fantástica para prolongar el cuento: las almas siguen vivas en otros cuerpos o incluso flotando en el espacio. Después de su muerte física, el alma de Amanda, ubicada en un espacio inseguro, parece ser la última instancia narrativa al final de la novela. Así, el hilo vital no se rompe, a pesar de la constante amenaza de las Moiras y del ambiente tóxico, sino que sigue tejiéndose de otra manera en una narración fantástica.

Pero esta opción de lo fantástico también es aterradora porque la otredad se vincula con un grupo de niñas y niños deformes, víctimas de influencias ambientales, escondidas/os de los ojos de las y los residentes ‘normales’, y marginalizadas/os ante los ojos del público lector. Se vincula incluso con Nina, que ya “no está bien” (p. 120), y con David, quien será finalmente sometido como un ser monstruoso (p.123-124). La narración fantástica es perturbadora porque está intrínsecamente relacionada con la intoxicación inicial, es decir, con la ruptura primordial que amenaza y disuelve la distancia de rescate natural entre madre e hija o hijo. La distopía se inscribe en los cuerpos de forma despiadada.

II – ¿Perspectivas para la convivialidad en tiempos tóxicos?

Lo inquietante de la novela de Schweblin es la figura de la identidad amenazada, cuya restauración se busca desesperadamente, jugando con dobles fantasmagóricos y con motivos como la transmutación. Para reflexionar más sobre la identidad amenazada quiero recordar un diálogo famoso entre Gilles Deleuze y Michel Foucault en el que también aparece, de cierta manera, la cuestión de la ‘distancia de rescate’ y el hilo vital. En su reseña de Différence et répétition (Deleuze 1968), Foucault describe la radicalidad del pensamiento deleuziano con la impactante reinterpretación de una imagen mítica: el ‘hilo de Ariadna’ está roto y Ariadna, amante y garante de la seguridad del retorno –o, más bien, representante del raciocinio del pensamiento occidental– se ha colgado del hilo. Teseo, mientras tanto, sigue acercándose, despreocupado y curioso, al monstruo del laberinto de Cnosos y al caos. Foucault utiliza esta imagen radical y cruel para describir el tremendo ‘teatro’ del ‘pensamiento de la diferencia’ que se está desplegando en la obra de Deleuze y al que rinde homenaje en su reseña.[2] En el caso de la novela, el caos de lo diferente es, según parece, una visión aterradora. La alteridad se presenta como un factor profundamente perturbador, puesto que las extrañas transmutaciones fueron provocadas por el tóxico en los cuerpos. ¿Podemos concluir que se trata entonces, después de todo, de una novela realista sobre crímenes ambientales? ¿Y, en este caso, el lugar que ocupan la otredad y la diferencia es ante todo amenazante?

Quiero proponer una hipótesis: recordando aquí el doble significado de la palabra en griego ‘pharmakon’, tan significativa en el pensamiento desconstructivista de Jacques Derrida ¿cómo se vería la narración si las y los protagonistas hubieran tocado un ingrediente mágico, un agua milagrosa o algo similar, en vez del tóxico? ¿Qué pasaría si las transformaciones posteriores no se vieran como deformaciones y patologías mortales, sino como milagros? ¿Qué tal si un otro mundo surgiera ante nuestros ojos con criaturas de cuento de hadas y seres fantásticos, pero sin niñas y niños con deformaciones monstruosas? Para nuestra sorpresa, la narración también funcionaría, pero determinando certeramente que se trata de una narración fantástica.

En el texto de Schweblin, sin embargo, la subyacente narrativa fantástica parece estar subordinada al régimen realista del crimen ambiental: las transmutaciones inquietantes confirman el relato de la búsqueda de identidad que termina frustrada. De esta manera se debe entender la ‘distancia de rescate’ ante los peligros de la catástrofe ambiental como un concepto destinado a sanar la ruptura y a recuperar de cierto modo la identidad de una vida intacta. La cuestión sobre en qué medida podrían desarrollarse también otras formas de ‘distanciamiento’ o de ‘diferencia’ en la novela, permanece abierta. Al final se impone la impresión de que, debido a su realismo ecológico, el libro de Samantha Schweblin está en sintonía más bien con los anhelos e instintos de preservar que con las formas de pensamiento que destacan la diferencia y la transmutación. Esto resulta, me parece, en una ambivalencia desafiante para la reflexión sobre la convivialidad no solo en tiempos tóxicos sino también en tiempos virales.

Image credit: Librería Facultad Libre

 

[1] Samantha Schweblin (2015): Distancia de rescate, Barcelona: Penguin Random House (2ª ed.).

[2] Michel Foucault (1969): “Ariadne s’est pendue“, en: Le Nouvel Observateur, 229.