La constitución de la multicultura en el espacio urbano: El juguete rabioso de Roberto Arlt
Global Convivial Forum
Los tortuosos pactos de convivialidad en la Buenos Aires de principios del siglo XX, que atañen tanto la psicología individual como las representaciones sociales, son asediados en el working paper “Los tortuosos pactos de convivialidad en ‘El juguete rabioso’ de Roberto Arlt” (Mecila Working Paper Series No. 38) a partir del significado de los recorridos por el espacio urbano en transformación y de la centralidad de la literatura como instrumento de consumo y de producción.
Gloria Chicote (Mecila/Conicet-UNLP)
Sylvia Saítta en su contundente recorrido de vida por la obra de Roberto Arlt, ubica al joven escritor en las mismas calles de Flores que transita Silvio Astier, el protagonista de El juguete rabioso (1926). El barrio de Flores se descubre como ese suburbio pueblerino y señorial de la ciudad de Buenos Aires, donde se emplazan las quintas, las mansiones de una elite social y cultural, pero que a pocas cuadras convive con el barro, los inmigrantes recién llegados, la pobreza y el malevaje.
Saítta relata la infancia de Arlt que transcurre como la de cualquier chico pobre de un barrio burgués de Buenos Aires, en cuyas calles se confunden argentinos e inmigrantes que circulan en espacios diferenciados pero que se entrecruzan en la escuela, el cine, el teatro y el circo. La presencia del barrio invade El juguete rabioso pero no tiene la carga de nostalgia propia de la literatura costumbrista, sino que es el lugar de la marca indeleble, imborrable, del que se pretende huir infructuosamente.
En el capítulo 1, se hace referencia con trazos nítidos a las formas de convivialidad en el barrio a través de la pandilla de niños / adolescentes de extracción ligeramente diferente pero complementaria porque representan las clases populares de criollos, inmigrantes, obreros, empleados, comerciantes, o desclasados que deambulan por la calle, el café, el “sórdido” almacén, y se aventuran a los suburbios, al acecho de aprender, de adquirir conocimientos múltiples y heterogéneos que los capaciten para la supervivencia, tal como los que les ofrece el mismo Silvio cuando construye el cañón:
En relación con la convivialidad que posibilita la pertenencia a esa multicultura del barrio, Julio Cortázar destaca la posibilidad de una perspectiva original que esta ubicación significó para Arlt, pero también señala el rechazo del escritor a su medio social y a la sociedad en su conjunto. Aunque a veces sus personajes sienten una envidia pseudonostálgica por los estamentos sociales superiores, tal como se traduce en la fascinación que Astier experimenta ante la familia de Enrique Irzubeta quienes, a pesar de ser pobres, proceden de una clase social más elevada de la cual heredan sus conductas:
todos holgaban con vagancia dulce con ocios que se paseaban de las novelas de Dumas al reconfortante sueño de las siestas y al amable chismorreo del atardecer (Arlt [1926] 1981: 15–16).
Pero el verdadero desafío de la convivialidad en El juguete rabioso se produce cuando el personaje fracasa en su fantasía de ladrón y debe ingresar en el mundo del trabajo, para lo cual abandona el barrio y se traslada al centro de la ciudad. Beatriz Sarlo, en su emblemático libro Una Modernidad Periférica: Buenos Aires, 1920 y 1930 (1988), definió ese tiempo y ese lugar como testigo de cambios espectaculares.
Buenos Aires ha crecido de manera espectacular en las dos primeras décadas del siglo XX. La ciudad nueva hace posible, literariamente verosímil y culturalmente aceptable al flâneur que arroja la mirada anónima del que no será reconocido por quienes son observados, la mirada que no supone comunicación con el otro. […] El circuito del paseante anónimo sólo es posible en la gran ciudad que, más que un concepto demográfico ó urbanístico, es una categoría ideológica y un mundo de valores. Arlt produce su personaje y su perspectiva en las Aguafuertes, constituyéndose él mismo en un flâneur modelo. […] Tiene la atención flotante del flâneur que pasea por el centro y los barrios, metiéndose en la pobreza nueva de la gran ciudad y en las formas más evidentes de la marginalidad y el delito (…). En su itinerario de los barrios al centro, el paseante atraviesa una ciudad cuyo trazado ya ha sido definido, pero que conserva todavía muchas parcelas sin construir, baldíos y calles sin vereda de enfrente (Sarlo 1988: 16).
A pesar de que Sarlo alude en esta cita a una descripción de la ciudad que Arlt ofrece en una de las Aguafuertes porteñas, las mismas expresiones podrían referirse al joven flâneur que recorre las calles y las páginas de El juguete rabioso.
Image credit (cover): Horacio Coppola, Vista de la calle Florida desde la esquina con Bartolomé Mitre, mirando hacia Cangallo, 1936.
Referencias
Arlt, Roberto ([1926] 1981): Obra completa [2 vols.], Buenos Aires: Carlos Lohlé.
Cortázar, Julio ([1926] 1981): “Prólogo”, en: Arlt, Roberto, Obra completa [2 vols.], Buenos Aires: Carlos Lohlé, iii–xi.
Saítta, Sylvia (2000): El escritor en el bosque de ladrillos. Una biografía de Roberto Arlt, Buenos Aires: Editorial Sudamericana.
Sarlo, Beatriz (1988): Una modernidad periférica: Buenos Aires 1920 y 1930, Buenos Aires: Nueva Visión.
Horacio Coppola, Vista hacia el oeste de la Avenida Corrientes desde su intersección con Maipú, Buenos Aires, en 1936.
Anônimo, Calle Caracas, Flores, Buenos Aires, 1906.
Admirados lo examinaron los muchachos de la vecindad, y ello les evidenció mi superioridad intelectual, que desde entonces prevaleció en las expediciones organizadas para ir a robar fruta o descubrir tesoros enterrados en los despoblados que estaban más allá del arroyo Maldonado en la Parroquia de San José de Flores (Arlt [1926] 1981: 15).
Más allá de las transformaciones estéticas o de la modernización económica, Buenos Aires conformó su modernidad como estilo cultural, destacándose como un espacio físico distinguido y como mito cultural. La ciudad se altera en el paisaje urbano y ecológico, pero también y, conjuntamente, en las experiencias de vida de sus habitantes. Ciudad y modernidad se presuponen una a otra porque la ciudad es el escenario de los cambios a partir del cual la modernidad se introduce brutalmente; es la ciudad la que los disemina y generaliza: